"Se comienza de verdad sólo cuando sucede algo que provoca nuestra vida; lo que no supone una provocación para la vida nos hace perder tiempo y energía, y nos impide la verdadera alegría"
El estudio como descubrimiento
El estudio forma parte inevitable de nuestra realidad cotidiana. Frente a ella tenemos tres posibilidades: negarla, sufrirla o amarla.
La negamos cuando no estudiamos o cuando dejamos todo para el final. Entonces nos convencemos de que muchas horas de nuestra vida tienen que transcurrir inútilmente, mientras que a nosotros sólo nos queda esperar que pasen lo antes posible.
La sufrimos cuando pensamos que bastaría con aprobar o con no faltar a clase, o incluso cuando nos esforzamos por sacar la mejor nota posible. Entonces pensamos que el estudio es sólo un deber cotidiano, un tributo a pagar, mientras que en el fondo nosotros sólo esperamos el momento en que –por fin- la vida será vida.
La amamos cuando descubrimos qué tiene que ver con nosotros.
La vida y el estudio adquieren gusto y sabor frente a la fascinación de un descubrimiento. Como sucede cuando en clase volvemos la cabeza al oír abrirse la puerta, esperando que alguien nos saque de la monotonía del aburrimiento. Este es el significado original del verbo estudiar, ser atraído por el ser.
¿Es posible que el estudio y la vida entera puedan convertirse en la aventura de un continuo descubrimiento?
Queremos descubrirlo junto con ustedes.